La NASA explorará el halo invisible de la Tierra y su papel en el clima espacial

La Tierra está rodeada de un halo invisible de hidrógeno que se extiende mucho más allá de la atmósfera que respiramos, alcanzando incluso la órbita de la Luna. Se trata de la geocorona o exosfera, una capa tenue y casi fantasmal cuya existencia se confirmó hace apenas unas décadas. Ahora, la NASA ha lanzado una misión dedicada a observarla en detalle y comprender su influencia en el clima espacial.

El nuevo satélite, bautizado Carruthers Geocorona Observatory, está diseñado para registrar en luz ultravioleta los cambios en este halo, que responde de manera dramática a la actividad solar. Durante tormentas solares, la exosfera se expande y transmite energía hacia la magnetosfera, provocando alteraciones capaces de interferir en satélites, comunicaciones y sistemas tecnológicos en la Tierra.

La misión buscará crear mapas tridimensionales globales de este fenómeno, integrándolo en los modelos de predicción del clima espacial. De esta manera, será posible anticipar daños potenciales en redes eléctricas, satélites o misiones espaciales tripuladas, especialmente en un contexto de mayor actividad solar.

Más allá de la protección tecnológica, los datos que recabe el observatorio servirán para profundizar en preguntas clave de la ciencia planetaria, como el escape de hidrógeno al espacio y el papel del Sol en la evolución de las atmósferas. Esto no solo ayudará a entender la historia de la Tierra, sino también la pérdida de agua en Marte y en exoplanetas lejanos.

La exosfera, observada por primera vez en 1972 desde la Luna gracias a un telescopio construido por el científico George Carruthers, sigue siendo una frontera misteriosa. Hoy, medio siglo después, la NASA apuesta por descifrar su dinámica y convertirla en un nuevo frente de defensa frente a los riesgos del espacio.

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