Marina admite huachicol fiscal y promete transparencia en desfile

El Desfile Cívico-Militar por el 215 aniversario de la Independencia dejó una frase que pesará más que el estruendo de las bandas: el secretario de Marina, Raymundo Morales Ángeles, reconoció públicamente un caso de huachicol fiscal que involucra a mandos, empresarios y exfuncionarios. El reconocimiento ocurrió en el Zócalo de la Ciudad de México, en un evento que inició cerca de las 9:45 horas y que por primera vez fue presidido por una mujer en la historia del país: la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.

Fue muy duro aceptarlo, pero hubiera sido mucho más y absolutamente imperdonable, callarlo. Así el mal tuvo un fin determinante. En la Marina no encontró lugar ni abrigo”, dijo Morales Ángeles en un mensaje que rompió con el ritual de consignas y partes de honor. El oficial puso sobre la mesa lo que suele barrerse bajo la alfombra: cuando la corrupción se detecta adentro, se dice y se actúa.

El jefe naval subrayó que la SEMAR opera con “una sola brújula: la de la honestidad y la transparencia” y que la institución dio “una respuesta frontal al pueblo de México”. El énfasis no es menor: admitir el problema, en vivo y en cadena nacional, eleva el costo político de volver a mirar hacia otro lado. En otras palabras, si el dinero huele a gasolina, que se enteren todos… y que corra el aire.

El mensaje llega en un contexto donde la confianza pública en las instituciones de seguridad depende más de los hechos que de los discursos. La señal enviada hoy se ancla en un principio básico de control civil y rendición de cuentas: no hay inmunidad corporativa cuando la corrupción perfora la cadena de mando. El desfile ofreció el escaparate; la Marina decidió usarlo para cerrar filas hacia adentro y abrir ventanas hacia afuera.

En la plancha del Zócalo, el protocolo republicano también se reordenó: la presidenta Sheinbaum encabezó la parada militar; desde la tribuna, el eco de las bandas de guerra se mezcló con los aplausos de miles de asistentes que siguieron la ruta hasta Paseo de la Reforma. Entre el olor a pólvora, el paso marcado de los contingentes y el zumbido de las aeronaves, la escenografía cívica hizo su parte: recordar que la unidad nacional no niega los problemas, los enfrenta.

La admisión pública tiene, además, una lectura institucional positiva: obliga a mecanismos de investigación y sanción que suelen quedarse en sigilo. Si la transparencia es brújula, el siguiente punto cardinal es la consistencia: procesos abiertos, resultados verificables y comunicación clara con la ciudadanía. El reto es evitar que el expediente se convierta en un nuevo mito marcial: mucho honor en la portada, pocas consecuencias en la última página.

Con humor negro —del que cura pero no anestesia— cabría decir que México por fin escuchó una orden de marcha que todos entienden: “de frente contra la corrupción”. Si esa formación se mantiene más allá del desfile, el anuncio de hoy será recordado no por el volumen de las trompetas, sino por la coherencia entre lo dicho y lo hecho.

El 16 de septiembre de 2025 quedará así con doble valor simbólico: el de la conmemoración independentista y el de una institución que, frente a un caso sensible, decide nombrar el problema en público. La credibilidad no se construye con amagues ni con silencios; se construye con verdad, procesos y resultados. Hoy la Marina dio el primer paso: reconoció. El país tomará nota del segundo: cumplir.

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