¿Forenses sin resultados? Aún sin respuestas en el caso Ximena y José ante inutilidad de la Fiscalía

La investigación del doble homicidio de Ximena Guzmán y José Muñoz, colaboradores cercanos de Clara Brugada, avanza con lentitud pese a la aparente evidencia material recabada en la escena del crimen. Hasta ahora, las autoridades capitalinas solo cuentan con cuatro objetos clave: un automóvil, una motocicleta, un casco y un chaleco balístico. Sin embargo, la falta de detenidos y la ausencia de resultados forenses confirmados han encendido alarmas sobre la efectividad del aparato investigativo en la Ciudad de México.

Expertos en criminalística consultados por este medio consideran que con los avances actuales en técnicas de investigación —desde análisis de ADN hasta rastros de huellas dactilares, fibras o trazas de pólvora— debería ser posible identificar al menos a los responsables materiales. Cada uno de los objetos encontrados tiene el potencial de contener información genética, biológica o digital que conduzca a los autores del crimen. La pregunta es: ¿por qué aún no hay respuestas?

De acuerdo con fuentes cercanas a la investigación, los objetos han sido sometidos a peritajes por parte de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México. No obstante, hasta el momento no se ha informado públicamente si se han hallado perfiles genéticos, coincidencias en bases de datos o indicios que permitan reconstruir la participación del tirador. La falta de transparencia genera incertidumbre y mina la confianza en las instituciones encargadas de impartir justicia.

La impunidad en este tipo de crímenes, cometidos con planificación y recursos, suele explicarse por la falta de inversión tecnológica en las áreas de investigación pericial, así como por la debilidad de las cadenas de custodia en el manejo de la evidencia. En este caso, la posible alteración de la escena por parte de mandos de la SSC-CDMX, actualmente separados de su cargo, podría haber comprometido la integridad de los indicios.

No obstante, es justo reconocer que la Ciudad de México cuenta con una de las infraestructuras más avanzadas en términos de videovigilancia urbana, gracias al C5. La localización del vehículo y la moto —presuntamente utilizados en el ataque— se logró gracias a esta red de cámaras. Pero aquí surge otra falla estructural: la cámara que vigilaba directamente el lugar del asesinato no funcionaba y su avería no fue reportada a tiempo. Otro eslabón débil.

En voz baja, algunos funcionarios admiten que el rezago en tecnologías forenses en México es estructural. El país no cuenta con una base nacional de ADN totalmente funcional ni con laboratorios suficientes para procesar evidencia con rapidez. A pesar de esto, hay voluntad política, aseguran desde el entorno de Clara Brugada, para esclarecer este crimen “caiga quien caiga”, en un contexto donde la justicia se convierte en un reclamo político inevitable.

Lo positivo, dentro del sombrío panorama, es que el caso ha detonado una revisión profunda de protocolos forenses, atención al C5 y vigilancia a las cadenas de custodia. La Fiscalía ha prometido ofrecer avances “prontos y contundentes”, mientras expertos nacionales en genética forense han sido consultados para revisar las muestras.

Este crimen, por su naturaleza política y sus implicaciones, puede convertirse en un parteaguas para la modernización de la investigación del delito en la capital. Pero solo si se garantiza el uso correcto de las herramientas forenses, la cooperación entre dependencias y la voluntad de llegar hasta las últimas consecuencias.

Hasta ahora, el silencio forense retumba más que los disparos del crimen. La ciudadanía, las familias de las víctimas y la opinión pública esperan respuestas. Y con cada día que pasa sin avances, también crece la exigencia de justicia, tecnología efectiva y verdad.

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